Una baja renovación dejaría una mayor liquidez en pesos que podrían volcarse al dólar, generando una presión que sobrepase la capacidad del BCRA de intervenir el precio vendiendo contratos de futuro. En ese contexto, la divisa cerró este martes en retroceso, a 1.266 pesos el promedio denominado A3500, que se utiliza para liquidar las operaciones financieras, y en el rango de los 1.260 el MEP y 1257 el CCL. El dólar informal siguió en los 1.300 pesos.
La tasa de caución cerró en el Mercado Abierto Electrónico, donde operan los bancos, en 60% TNA, lo que equivale a una Tasa Efectiva Anual de 82,1% o una Tasa Efectiva Mensual de 5,1%, un rendimiento que equivale a tres veces la inflación del último mes. En ByMA, donde hay operaciones minoristas que alteran el resultado, la Tasa Promedio Ponderada fue de 61,2% TNA, 84,3% TEA y 5,16% TEM.
La baja del dólar tuvo dos motivaciones: las intervenciones del BCRA en el mercado de futuro y, fundamentalmente, las ventas de divisas propias de las entidades financieras que se hicieron de pesos para aprovechar las tasas de cauciones y proveer de liquidez a entidades financieras y empresas necesitadas de pesos.
A fuerza de intervención, el BCRA logró bajar el precio del dólar
En forma paralela a la venta de divisas, las mismas entidades recompraron en el mercado de futuro, por lo que obtuvieron como rentabilidad la diferencia astronómica entre la tasa en pesos que se pagaban en el mercado y la tasa en dólares de los contratos subsidiados por el BCRA.
La tendencia a superar la banda se consolida en el mercado de futuros
Los demandantes de pesos fueron en general bancos y empresas que usaron toda la liquidez disponible para comprar Lecap en la última licitación que realizó la Secretaría de Finanzas para aprovechar la tasa de hasta 47% que pagó el Tesoro en un primer intento de normalizar el mercado de pesos después de la eliminación de las LeFis. La poca liquidez que quedó en el mercado obligó a muchas entidades a liquidar sus Lecap a precios incluso por debajo del precio de colocación, lo que implica una suba en la tasa de rendimientos, y que obligó al Banco Central a comprar en el mercado secundario para subir el precio de las Lecap y estabilizar la tasa de interés.
Crisis autoinfligida
El origen del descalabro en el mercado monetario y cambiario estuvo en la decisión del equipo económico de dejar de ofrecer la suscripción de Letras Fiscales de Liquidez (LeFi) para administrar la liquidez del sistema. La idea era capturar los 15 billones de pesos colocados en ese instrumentos con Letras Capitalizables (Lecap) emitidas por el Tesoro y utilizar esos fondos para hacer compras de dólares “en bloque” directamente a empresas que deben liquidar en el mercado oficial.
Esas compras debían reemplazar la acumulación genuina de divisas que debía hacer el Banco Central con emisión monetaria, según los términos del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, pero que nunca realizó por la negativa que se adjudica al presidente Javier Milei, quien todavía cree en un sistema de dolarización “endógena” donde los argentinos mágicamente sacaban dólares de sus ahorros para reemplazar al peso.
El esfuerzo del ministro Luis Caputo y su amigo y socio en la actividad privada, el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, para cumplir con el FMI sin desautorizar el presidente Milei, no fue correspondido por los técnicos del propio organismo, que en el informe titulado "Desequilibrios globales en un mundo cambiante" estimó que las reservas del BCRA son “críticamente bajas”.
“Es fundamental realizar esfuerzos adicionales para reconstruir las reservas, permitiendo al mismo tiempo una mayor formación de precios y compras de divisas para cumplir con las obligaciones del servicio de la deuda en divisas”, sostuvo el texto, que no se aleja una coma del planteo histórico solo superado por las intervenciones del Departamento del Tesoro de la administración de Donald Trump en favor de Milei.
Cuando la pelota queda en terreno del staff del FMI, no hay ninguna expresión gratuita de respaldo.