Según se comenta en el ambiente de la construcción, los Ricci armaron un extraño esquema de negocios a través de canjes con grandes constructoras. El corralón proveía el hormigón y despúes los desarrolladores pagaban con unidades terminadas o a punto de terminar.
Por un tiempo el plan canje funcionó, pero requería de mucha espalda financiera. ¿Quién puede aguantar entregar metros y metros de hormigón y cobrar al finalizar la obra?, se preguntaron fuentes del negocio de los materiales consultado por este medio.
Los problemas se dispararon cuando el Grupo Razzini quiso crear su propia desarrolladora, amplió la planta de hormigón y se metió en el negocio de los lotes. La falta de liquidez hizo que las deudas se acumularan por millones, la cementera Holcim le cerró la cuenta y los cheques rechazados sumaron más de $500 millones.