La magia del cine al aire libre comenzó en el patio de la casa de los Bubenik. Cada tarde, a partir de las 19, se preparaba el espacio para proyectar películas, colocando mesas, pantalla y situando dos enormes parlantes a cada lado. La galería que rodeaba el área protegía a los asistentes en los días de lluvia, permitiéndoles disfrutar de la función sin interrupciones. El cine no solo era un lugar de recreo, sino también un espacio que ofrecía algo más cercano a una experiencia comunitaria.
El lugar también contaba con hospedaje, casi como un pequeño hostel. La vida en el cine era simple pero acogedora, y se vivía de una forma muy cercana y comunitaria. Un detalle curioso y pintoresco que quedó en la memoria de la familia Bubenik era la llegada de las cintas de película, viajaban en tren desde Buenos Aires. A veces, debido a la escasez o cambios en el suministro, se publicita una película y, cuando no estaba disponible, el proveedor enviaba otra para reemplazarla, generando algunas sorpresas para los asistentes.
A través de estos recuerdos, el Ex Cine Victoria no solo representa un espacio de entretenimiento, sino un verdadero punto de encuentro social y cultural. Con la declaración de Patrimonio Histórico, Arquitectónico y Cultural, se reconoce su legado y su influencia en la vida de los saenzpeñenses, preservando la memoria de una época que aún perdura en la nostalgia de quienes lo vivieron.